viernes, 7 de noviembre de 2008

Historia

MACHU PICCHU
ANTES DE SU DIVULGACIÓN MUNDIAL
4ª Exposición Documental 2008 del Archivo de Torre Tagle

Al noroeste de la ciudad del Cuzco, en el departamento homónimo, se ubica en el distrito de Machu Picchu de la provincia de Urubamba, una de las joyas arquitectónicas más importantes del mundo y principal foco de atracción turística del Perú y de la América del Sur. Conjunto arqueológico de impares características emplazado -en maravillosa armonía con el entorno natural de la ceja de selva- en la cumbre de un collado cubierto de vegetación, que domina un profundo meandro del torrentoso río Urubamba.

La construcción del reducto de Machu Picchu corresponde a la centuria final de los más de tres siglos de evolución incaica, último horizonte pan-peruano de la civilización andina. Se ha conjeturado que constituyó una avanzada fortificada para limitar las incursiones de los nativos selváticos que ocupaban el actual valle de La Convención. Al Inca Pachacútec se atribuye la toma de posesión del área del valle del Urubamba hasta Ollantaytambo y Písac.

El Inca Pachacútec, que habría reinado a partir de 1438, dio comienzo a la expansión imperial. Él fue hijo de Viracocha, e inicialmente se llamó Inca Yupanqui, al asumir la defensa del Cuzco frente a la confederación Chanca, a la que derrotara y sojuzgara en la fase expansionista de la monarquía cuzqueña, que desde entonces dejó de tener antagonistas mayores en el ámbito del Perú antiguo.

Tal decisiva victoria encumbró al aguerrido príncipe, que en adelante fue llamado Pachacútec, que en castellano significa ‘Renovador del Mundo’, desplazando así al genuino heredero, su hermano Urcos. Pachacútec y luego su hijo Túpac Yupanqui, entre 1438 y 1493, año de la muerte de este último, condujeron al imperio a una expansión que incluyera desde la comarca de Quito, en el Ecuador actual, hasta el sur del río Maule, en el actual Chile. Al Inca Huayna Cápac le cupo solamente consolidar las conquistas y ensanchar más sólo las fronteras septentrionales.

Es probable que el conjunto urbano de Machu Picchu fuera gradualmente mejorado y ampliado durante aquel lapso y hasta el momento en que Huáscar y Atahualpa, hijos de Huayna Cápac se enfrentaran en cruenta pugna por el poder, cuando ya los castellanos navegaban por aguas boreales del Tahuantinsuyo, dispuestos a conquistar el previamente ignorado mayor imperio austral del mundo. Ajusticiado Huáscar por Atahualpa, y a su vez éste por Francisco Pizarro, los conquistadores peninsulares que explotaron con gran habilidad las tensiones intestinas entre las dos facciones incaicas y entre los incas y los reinos sojuzgados por ellos, encumbraron como postizo soberano del declinante imperio a Manco Inca, a fines de 1533.

Empero, Manco Inca logró reunir un ejército y someter a sitio en 1536 a los castellanos ya ocupadores del Cuzco. Por poco perdidos, los foráneos lograron salvarse merced al respaldo de incas de la facción adversa al monarca impuesto, procediendo Manco Inca a retirarse. Algunos conjeturan que el repliegue tuvo como destino Machu Picchu; otros suponen que fuera algo más lejos, a la cordillera de Vilcabamba, donde falleciera Manco en 1544. Lo sucedió en el acosado trono, Sayri Túpac, quien prosiguió la lucha contra los conquistadores, pero que fuera obligado a capitular por el tercer virrey del Perú, Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete.

A la muerte de Sayri Túpac, en 1560, asumió el trono su hermano Tito Cusi Yupanqui. La guerra continuó, ostensiblemente, en incesante desmedro de los incas. El Inca Túpac Amaru, reemplazó a su fallecido antecesor en 1570. Fue tomado prisionero en 1572 y el virrey Francisco de Toledo ordenó su ajusticiamiento, dando en aquel año por concluida la Conquista del Perú al morir el último monarca de la resistencia. En más de cuarenta años de guerras de conquista, es probable que Machu Picchu cumpliera un papel importante, junto con Ollantaytambo, como bastión o reducto de los incas retirados a Vilcabamba.

Durante las restantes centurias del virreinato, y luego de proclamada la república, la zona en torno a la abandonada Machu Picchu fue ocupada por terratenientes que adquirieran o heredaran títulos de propiedad sobre extensiones muchísimo mayores que las que explotaban y que ni siquiera llegaban a conocer en su integridad. Quienes labraban, efectivamente, las escasas tierras aptas eran campesinos nativos de las serranías del Cuzco, en un principio llevados como siervos y, luego, sujetos a un modesto salario.

Avanzado el período republicano, hacia la segunda mitad del siglo XIX, las tierras más distantes y abruptas empezaron a ser cultivadas por labriegos pobres, desvinculados del régimen de las haciendas a las que registralmente pertenecían los cerros de Machu Picchu y Huayna Picchu. Ocurrió que en algunos casos los terratenientes desconocieron la presencia de campesinos clandestinos, o simplemente los toleraron, o incluso llegaron a recibir la mayor y mejor parte de la magra cosecha de los furtivos labradores. Las haciendas que existieron en el entorno del sitio arqueológico de Machu Picchu fueron: Quente, Santa Rita de Quente, Torontoy y Mandor. Antes de su divulgación mundial, en las inmediaciones de Machu Picchu estuvieron, sin lograr ubicarlo exploradores y viajeros tales como los exploradores y estudiosos conde de Sartiges (1834), Antonio Raimondi (1865) y Charles Wiener (1875).

La denominación de Machu Picchu, la montaña sobre la que se emplaza la ciudadela, aparece registrada cartográficamente en una serie de mapas elaborados entre 1867 y 1910, los cuales, conservados tanto en la mapoteca del Archivo Histórico de Límites, de la Cancillería, como en la sección cartográfica de la Biblioteca Nacional del Perú, ofrecen un testimonio de la representación plana del sitio, y una irrefutable constatación que sólo con la disposición de fondos peruanos y la racional aplicación de sistemáticos proyectos de excavación arqueológica y puesta en valor de los hallazgos podrá rescatarse para el conocimiento de la nación, y su exhibición in situ, las evidencias del singularísimo esfuerzo creador de los habitantes originarios del Perú.

Primeros mapas del área, de fines del virreinato, se debieron a la mano del cosmógrafo del obispado del Cuzco, Pablo José Oricain, que en 1801 completara una detallada descripción de la circunscripción obispal.
Avanzado el período republicano, en 1858, a pocos años de su arribo al Perú, Antonio Raimondi, en su libreta de viaje por el valle del Urubamba, registra un croquis del curso del río hasta pasadas las ruinas de Ollantaytambo.


En 1868 el ingeniero del Estado Juan Guillermo Nystrom publicó un Mapa de una parte importante del departamento del Cuzco, la región del río Urubamba, describiendo el curso del mismo hasta pasado el punto geográfico de los promontorios que se harían universalmente famosos años después.

En 1877, el cartógrafo Hermann Göhring, dio a conocer su Informe al Gobierno del Perú sobre una expedición a los valles de Paucartambo, en 1873, al que adjuntara un mapa en el que claramente consignó a Machu Picchu y el Huayna Picchu.

El viajero francés Charles Wiener, luego de un detenido periplo por nuestro país publicó en París en1880: El Perú y Bolivia. Relatos de Viaje, obra en la que incluyera 27 mapas; uno de los cuales dedicado al valle de Santa Ana, registra patentemente el sitio de Machu Picchu.

Un autor anónimo detalló en el Plano topográfico del departamento del Cuzco, concluido cerca de 1880, el curso del Urubamba y sus principales cotas, entre ellas los collados de la llacta de Pachacútec.

El mapa general del Perú, publicado hacia 1890, en hojas separadas por don Antonio Raimondi, recogió en la Hoja Nº 26 en la sección Valles del Apurímac y el Urubamba el sitio exacto de Machu Picchu.
Georg von Hassel, explorador alemán, en dos mapas manuscritos fechados en 1904 consignó el lugar exacto de Machu Picchu. En dicho mismo año, Camilo Vallejos, cartógrafo de la Sociedad Geográfica de Lima, publicó un detallado mapa del área del Urubamba, destacando el sitio de Machu Picchu.

Finalmente, en 1910, el insigne peruanista británico Sir Clements R. Markham publicó el folleto La tierra de los Incas en Londres con un mapa sobre el Sur del Perú y el Norte de Bolivia, en el cual, en el valle del Urubamba resalta a Machu Picchu y en el texto informa sobre las actividades empresariales y arqueológicas en la zona.

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